A ESCRIBIR QUE SE ACABA EL MUNDO
A escribir, a escribir - gritaba como loca la pluma de corneja, desbordante de tintura de barba de la piedra, mientras se arrastraba entre los renglones de un flamante cuaderno de hojas de papiro.
Hasta entonces los cinceles y los dedos embebidos en colores de entrecasa, habían labrado y decorado las paredes de las cuevas, dejando las imágenes de una historia, que la historia se negó a llamar historia (porque parece que a las historias hay que escribirlas con el lujo de las letras).
DIME DIOS
Díme Dios ¿cuándo será que se acabe el mundo? preguntó el poeta, creyendo que Dios le daría la respuesta.
Dios lo miró casi con pena, pensando que después de tanta historia todavía el poeta no había aprendido que las cosas solamente se acaban cuando el olvido las olvida.
Marta R.Rivolta
NOSTALGIA
No fue un simple desenlace
-hay historias,
que sabiamente, se terminan de una manera definitiva
y que pueden arrumbarse
en un oportuno rincón del olvido -
pero ese cuento quedó inconcluso
y signado por la perpetua sensación del recomienzo…
¿Y?...
… y sucede
que todavía hay noches
en las que su piel se desespera
por el recuerdo absurdo de alguna caricia
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