Aguante Cultura



Leticia Cáceres

LA HIJA DEL CURANDERO

El viejo con una sonrisa extraña dijo: Parece ser que la noche aquella se hizo interminable para Tita, era viernes, frotaba su cuello y sus brazos con desesperación, apuraba el paso para llegar a la última casa de la cuadra, abrió la puerta de rejas y el aroma a madreselva la calmó un poco, entró sin golpear, un hombre estaba sentado en el comedor, ella le mostró su cuello y brazos que tenían grandes manchas rojas, entonces el hombre trajo una piedra que parecía pómez, la frotó en las manchas rojizas y luego la tiró al fuego que ardía en un vetusto brasero, en seguida la piedra adquirió forma de perro.

-Tienes sarna , dijo el curandero..

Ella esbozó una sonrisa y recordó la pocilga en la que durmió días atrás, con un hombre que la llevó allí para tener sexo.

-Ponte este ungüento y te curarás, dijo el curandero con un gesto amable.

La miró a los ojos y le dijo:

-Recuerdo Tita cuando solo eras una pequeñita y te mecía en mis brazos.

-Recuerdas? Los recuerdos existen para ser olvidados, dijo Tita

La vió salir con su minifalda de cuero apretada al cuerpo y tacones rojos que resonaban en la acera de la calle desierta. Bajó la vista mientras una lágrima corrió por su mejilla.


*****

METAMORFOSIS

Aferrada a los deseos de volar, nos subimos a un globo, mi prima Susana y yo, el vértigo hacía que abrazara la cuerda del artefacto. Sin darme cuenta presenciaba la metamorfosis de mi acompañante, me quedé admirada ante su perfil de pájaro, en ese momento una lluvia de plumas se posó sobre nosotros, agitó un brazo y salió volando. Miré para abajo, las montañas eran pequeños cúmulos de colores y los techos de las casas, unos por aquí, otros por allá, parecían desparramados a propósito por el suelo. Las plumas se adherían cada vez más a mis brazos, los agité y volé. El vacío y la euforia se convirtieron en temor a lo desconocido. Solo entonces me invadió un sentimiento de añoranza hacia el ser humano.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siempre que volamos por el espacio del no-tiempo, nos invade la nostalgia.
Después de todo¡Es lindo ser humanos!
Un abrazo de la comadre Graciela