Aguante Cultura



Graciela Martellotto

CHISPAZOS DEL ALMA


Todo lo visible era arena, el sol encendía el cielo, el viento espeso, irrespirable. Una lluvia de gotas saladas mi frente. Justo entre dos piedras la vi: sola, única, una rosa.

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Una hilera de cabezas, como girasoles miran todas hacia el mismo lado, no se dirigen la palabra, las sonrisas escasean. Lo único que brilla es la vía.
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Miró hacia el cielo, hizo mucha mucha fuerza y pudo volar. Subió y subió, dejó la tierra atrás, el sol calentaba. Insistió y se acercó a la luna, casi se posaba en ella cuando leyó un cartel sobre un cráter que decía: Aquí nunca caminó nadie.
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-La noche se esparce sobre el mar, la quietud me espanta - dijo en voz baja.

Nadie la escuchó, no había nadie.

A lo lejos intensísimas luces, los relámpagos.

En sus manos, rota en mil pedazos,

tu carta.


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COSAS DE LA VIDA


Se escucha una voz que no pronuncia idiomas, que surge de la bruma del tiempo.
Suena en el trigal maduro, la siente el agua cuando la perforan los peces, zumba con las abejas y se agita en las alas libres.
Tintinea en la serpiente, símbolo de la sabiduría.
La perciben las bestias que le temen al hombre por ser más bestia.
Se hace dócil en el canto rodado. La entona la gallina sin importarle si ella fue primero.
Se percibe en el silencio en que teje la araña.
Es la vida que palpita en cada cosa.



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LAS MANOS

Con un canto a las ganas pudimos amasar el pan, nació la simiente del después y nos refregamos el frío frente al fuego.
Le fue arrancada la piedra al socavón y servimos la mesa con bordados de satín.
A veces cerramos los puños pero sólo se sintió la urgencia de las uñas.
Aplaudimos palabras desde la plataforma de la mentira y las creímos.
Con el dedo índice hemos condenado al meñique, discriminado al pulgar, el medio quedó relegado y el que usa oro se dice árbitro de Dios.
¿Qué tal si ponemos "manos a la obra" y hacemos algo?

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